Considerado el máximo recinto de la cultura y las artes en México, el Palacio de Bellas Artes no deja de sorprender a quienes lo visitan por la fastuosidad de su arquitectura, la cual combina dos estilos que en teoría no podrían conjuntarse: el ‘Art Nouveau’ o Modernismo en su exterior, y el ‘Art Deco’ en su interior.
La construcción del Palacio de Bellas Artes inició en los albores del siglo 20, en el año 1904, como una propuesta del arquitecto italiano Adamo Boari para crear un recinto nuevo que sería parte de los festejos del centenario de la Independencia de México.
Marmol y Tiffany’s
En aquellos años, Porfirio Díaz aprobó el proyecto con la condición de que al término de su construcción el nuevo teatro se convirtiera en uno de los más hermosos del mundo y estuviera a la altura de foros tan importantes como la Ópera de París. El proyecto se vio retrasado por el estallido de la Revolución Mexicana en 1910.
Para el año en el que inició la revolución, únicamente se había logrado construir la parte exterior del lugar con un finísimo mármol traído de Europa, además del telón de cristal (que sería el escenario del teatro) diseñado por la prestigiosa firma de joyería Tiffany’s; telón que hasta nuestros días sirve de fondo a las presentaciones que se realizan en el lugar.
Años más tarde, durante el gobierno del presidente Pascual Ortiz Rubio, se decidió continuar la construcción del Palacio encargando el proyecto al destacado arquitecto mexicano Federico Mariscal, autor de otras joyas arquitectónicas ‘Art Deco’ de la Ciudad de México como el Edificio La Nacional.
El pasado indígena
Este arquitecto tuvo a su cargo la difícil tarea de conciliar el estilo ‘Art Nouveau’ o Modernista del exterior con las corrientes arquitectónicas de la época, llevando a cabo una magnífica integración entre ambas y legando uno de los interiores ‘Art Deco’ más destacados del mundo con el uso de lámparas y detalles inspirados en el pasado indígena que resaltan en el vestíbulo y la sala principal.
Los muros del interior fueron decorados con obras de los más destacados muralistas mexicanos de la época como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Juan O´Gorman y Rufino Tamayo entre otros.
Debido a la fuerte inversión que se requirió para acabar la construcción, este lugar debía responder a una necesidad social y ser de utilidad pública. Así, el Palacio de Bellas Artes fue concluido por el arquitecto Mariscal el 10 de marzo de 1934.
El primer museo de México
Además de ser el escenario principal de las artes visuales, el Palacio de Bellas Artes fue el primer museo de arte en México, es decir, el primer recinto cultural dedicado a exhibir objetos artísticos para su contemplación.
En su acervo se incluyen piezas del siglo 16, murales de Diego Rivera y José Clemente Orozco hechos en 1934,además de contar con una sala de escultura mesoamericana, otra de estampa mexicana y una colección de Arte Popular. En la actualidad, el museo es una de las principales plataformas de acción y espacio de exhibición de artistas nacionales e internacionales.
De la enorme colección que albergó durante la primera mitad de su historia, el Museo del Palacio de Bellas Artes actualmente exhibe, de forma permanente, 17 obras murales de siete artistas nacionales ejecutadas entre 1928 y 1963, además de mantener un intenso programa de exposiciones temporales, así como un extenso programa académico.
Beethoven, invitado especial
Para el 80 aniversario del Palacio de Bellas Artes se planeó un amplio programa artístico que se ha extendido desde principios del año.
Destaca la presentación del Ballet Folklórico de México con música en vivo repasando los bailes tradicionales de todo el país; un concierto de gala con la Orquesta Sinfónica Nacional, así como el estreno de la obra para orquesta Fanfarria y fantasía, compuesta especialmente para este evento por el mexicano Samuel Siman.
Fuente: AM
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