Imagínese… como dice la canción. El argumento que emplea Barack Obama para atribuirse el derecho a aplazar las deportaciones de personas que están en el país ilegalmente fue usado por primera vez hace 42 años, con un poco de hachís, por un abogado obstinado que representaba a John Lennon y Yoko Ono.
El presidente Richard Nixon buscaba su relección y su gobierno intentó deportar al ex Beatle, quien residía en Nueva York, en un esfuerzo por frustrar una gira que tenía programada en la que se proponía promover el empadronamiento de votantes. La razón que daba para deportarlo era que a Lennon se le había hallado en su posesión resina de cannabis en Londres en 1968.
Lennon quería al menos postergar su deportación para que Ono pudiese pelear la custodia de una hija de nueve años que tenía de un matrimonio previo. Lennon y Ono contactaron a Leon Wildes, un abogado joven que le preguntó a un colega "dime, ¿quién es este John Lennon?". Se había criado en una pequeña ciudad de una región de Pensilvania que producía carbón y "no me interesaba ese tipo de música", según relató.
Pero sabía mucho de las leyes de inmigración.
Y con el tiempo, sus esfuerzos por prolongar la estadía de Lennon en Estados Unidos pasaría a ser parte integral de los fundamentos legales que empleó el presidente Obama en el 2012 para crear un programa que, apelando a facultades discrecionales, ha dejado en suspenso las deportaciones de más de 580 mil inmigrantes que fueron traídos al país ilegalmente cuando eran pequeños.
"Lo único que puedo decir es que John Lennon está sonriendo en su tumba", declaró Wildes en una entrevista. "Ayudó a que se consiguiese eso".
El alcance de la autoridad legal de Obama es uno de los ejes del debate en torno a lo que podría hacer el mandatario −−y cuando−− para facilitar la permanencia en el país con permisos de trabajo de muchos de los 11 millones de extranjeros que se cree residen ilegalmente en Estados Unidos si el Congreso no interviene.
Hasta el caso de Lennon el Servicio de Inmigración y Naturalización no había reconocido que usaba su propia discreción para decidir a quién deportar. Sin embargo, usando la ley de libertad de información, Wildes descubrió 1.843 casos en los que el SIN había invocado esa facultad como parte de un programa secreto empleado en casos que no eran prioritarios.
Cuando se reveló la existencia del programa, al SIN no le quedó otra que admitir su existencia y emitió lineamientos oficiales sobre cómo se podía usarlo.
"El notable trabajo de Leon Wildes realmente obligó al viejo SIN a hablar públicamente por primera vez de su política de discreción y de los casos que no son prioritarios", expresó Shoba Sivaprasada Wadhia, profesora de derecho de la Dickinson School of Law de la Universidad Estatal de Pensilvania y quien es una especialista en los poderes del ejecutivo en relación con las leyes de inmigración.
Abogados de inmigración y numerosos académicos como Wadhia sostienen que Obama basa su autoridad en una serie de fuentes, desde la Constitución hasta las leyes de inmigración y las regulaciones gubernamentales.
Pero detractores del presidente como John Yoo y Robert Delahunty, quienes trabajaron como asesores legales del Departamento de Justicia durante el gobierno de George W. Bush hijo, consideran que el mandatario no tiene tanto margen de maniobra y que el argumento de las facultades discrecionales tiene una aplicación limitada.
Para Wildes, quien hoy tiene 81 años y sigue trabajando en casos de inmigración, los años que frecuentó a Lennon y Ono lo marcaron. (Al punto de que el tema que suena en su teléfono cuando pone a alguien a esperar es "Imagine"… de Lennon).
Como todo buen abogado, ensayó una cantidad de fórmulas para prorrogar la estadía de Lennon.
Intentó incluso un enfoque novedoso. Las leyes dicen que la posesión de "drogas narcóticas o de marihuana" son delitos punibles con la deportación. Wildes le preguntó a Lennon si la resina de cannabis, conocida también como hachís, es lo mismo que marihuana. "Para nada", le respondió el cantante, según recuerda. "Es mucho mejor que la marihuana". Wildes presentó entonces expertos que confirmaron que el hachís no era marihuana y por lo tanto no estaba abarcado por la ley.
"El argumento tiene cierto atractivo técnico", respondió la Junta de Apelaciones del servicio de inmigración, "pero no nos convence".
Al final de cuentas, Lennon pudo quedarse tras conseguir que se catalogara su caso como "no prioritario".
"La discreción existe", afirmó Wildes. "Toda agencia grande tiene que ver cómo emplea su dinero y decidir en qué se concentra y no debería estar deportando a gente que estuvo aquí 25 años y nunca hizo nada malo".
"Esa es la enseñanza que me dejó el representar a John Lennon".
Fuente: La Jornada
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